Hidra, Poros y Egina: las islas griegas del golfo sarónico

Hace poco, en el verano europeo, visité la hermosa ciudad de Atenas. Decidí pasar cinco días completos en la capital y dedicar uno de ellos a conocer algunas de las islas cercanas en el golfo sarónico. Gracias a Key Tours, accedí a un crucero de día completo que me llevó a las principales perlas sarónicas: Hidra, Poros y Egina.

El recorrido arrancó a las 8 de la mañana cuando el bus de la empresa pasó a buscar a todos los pasajeros por sus hoteles. Como yo estaba cerca de la central, fui caminando y me buscaron por allí. Ocho y media de la mañana estábamos en Πειραιάς (Piraeus), el puerto de Atenas que en el pasado era una comunidad separada de la actual capital. Asomó el mar azul y respiré con la alegría de saber que me esperaban más de diez horas sobre él.

El crucero tenía espacios para todos los gustos: cómodos livings cerrados, terrazas en la proa, mesas y sillas disponibles a babor y estribor (en criollo, a los costados). Yo elegí estar afuera para poder captar todo el sol que mi cuerpo me permitiera (quizás fue un poco mucho). Al embarcar nos dieron una tarjeta para almorzar cuando fuera el momento.

A las 11:50 de la mañana arribamos a la isla más lejana: Ύδρα (Hidra). Desde el barco se veían las montañas, el mar azul y las típicas casitas griegas. Esa belleza y los 35 grados que hacían me guiaron directamente hacia el mar.

Sólo teníamos una hora en la isla, por lo que al bajar empecé a caminar hacia la derecha bordeando inevitablemente el agua. Primero aparecieron los restaurantes y los barcos, después los pececitos en la transparencia del mar; un poco más adelante, los antiguos cañones de guerra fomentando la idea de isla fortificada y, al final, las escaleras para darse el deseado chapuzón.

Llamada por ese mar azul verdoso, brillante y fresco, entré a nadar unos minutos. De pronto, me encontré al lado de una cueva con un agujero por el que entraba el sol dejándome descubrir los hermosos colores en la profundidad del mar. Ya fresca y feliz por tan gratificante momento, me dirigí a las constantes escaleras de la isla para poder ver su pequeñez desde arriba.

Navegamos casi una hora para llegar a la segunda isla: Πόρος (Poros). Esta fue la visita más breve, unos 40 minutos que utilicé para subir a la cima del monte con el edificio del reloj y la flameante bandera griega. El tiempo se terminó muy rápido y subí nuevamente al barco para almorzar mientras navegábamos al próximo destino. El almuerzo buffet estuvo bien, digamos 7 puntos de 10. Había pizza, ensaladas, pescado al limón y algunos platos con arroz y fideos fríos, la bebida no estaba incluida.

Pasadas las cuatro de la tarde llegamos a la última y más grande isla del recorrido: Αίγινα (Egina). Por su gran tamaño, recorrerla a pie es imposible. La gente del crucero ofrece tres tours pagos (entre €20 y €25 cada uno) para conocerla en una hora y media. Pero yo elegí hacer mi propia aventura y alquilar una bicicleta a pocos metros del puerto. Por 5 euros tuve derecho a recorrer la costa en bici, bajar cuando quería, meterme al mar, salir, volver a arrancar y sentir el viento en la cara. Usando el mapa que me dio la chica de Giakas bike & car rental, tomé la avenida Dimokratias e hice 4 kms hasta Μαραθώνας (Marathonas).

No pude evitar entrar al agua y refrescarme para seguir pedaleando.

Después de devolver la bici, me quedaban 20 minutos libres. Decidí probar una de las cervezas griegas, Alpha, y contemplar el paisaje un rato más.

18:15 retomamos la navegación, siendo nuestro destino el puerto de Atenas. Arribamos a las ocho, con la caída del sol. Algunos minutos después, el bus me estaba dejando en mi hostel llena de mar y sol.

¡Gracias a Key Tous por la invitación!

Información útil:

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• Giakas, alquiler de autos y bicicletas (Egina): +30 2297500327

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