Cómo me sorprendió el Museo de la Inmigración de Ellis Island, New York (USA)

Una mañana de otoño estaba en New York (Estados Unidos) caminando por Battery Park, distraída como siempre, y decidí que no podía concluir mi primera visita a esta ciudad sin ver la Estatua de la Libertad. Aprovechando que tenía incluido el ferry y la visita a los museos en mi CityPASS, fui a buscar mi ticket a las ventanillas de Castle Clinton y trabajé mi paciencia en dos largas filas para abordar (vayan con tiempo, hay que pasar un estricto control de seguridad).

Han pasado unos años y ya no me acuerdo las razones de esta decisión, pero en vez de bajarme con la mayoría de los pasajeros en Liberty Island terminé mi recorrido en Ellis Island, donde los colores y sonidos del otoño me atraparon casi inmediatamente. En la isla había un edificio grande, con ventanales circulares, que albergaba el Museo de la Inmigración.

Creo que la mayoría de las personas a las que les hablé sobre este lugar no demostraron un gran interés, seguro se hubieran bajado en la estatua más popular de NYC, pero a mí un museo que tratara los movimientos migratorios de la zona me pareció y me sigue pareciendo algo súper atrayente. Desde chica estuvo en mi mente la historia de mis ancestros cruzando el océano para empezar una nueva vida y tantas de personas escapando de situaciones difíciles, cambiándose los nombres al llegar a un nuevo país, aprendiendo otras lenguas y costumbres. Todavía me acuerdo cuando fuimos al Museo de la Inmigración en Buenos Aires, tengo la escena en detalle grabada en mi cabeza con fragmentos leídos/oídos sobre cómo «educaban» a los italianos en costumbres e imágenes de los libros de registros con sus apellidos.

El museo de la inmigración de Ellis Island me despertó sensaciones del museo porteño, no por la arquitectura o algo que haya visto en particular, sino por la experiencia de caminar en donde caminaron tantos inmigrantes y ponerme a pensar en ello. La verdad es que no hay tanto para ver, es más bien un lugar para sentir y ponerse en el lugar de las personas que llegaban a un país nuevo a intentar cambiar sus vidas.

Por absoluta casualidad, llegué en el horario del tour guiado por el museo. Habrá durado unos 30 minutos y acompañaba los distintos escenarios (hall principal, habitaciones, instalaciones varias) con relatos ricos en detalles sobre el paso a paso del ingreso a los Estados Unidos. Hubo algunos momentos que me resultaron emotivos, especialmente cuando la guía nos hizo simular ciertas emociones sonoras que los inmigrantes habrían sentido al ser llamados por el personal migratorio, sometidos a pruebas de salud y demás.

Más del 90% del grupo provenía de familias de inmigrantes, de hecho varios suponían que sus propias familias podrían haber estado allí. Me parece que no me equivoco al decir que después de esa visita varios nos quedamos pensando en nuestros orígenes, empatizando con bisuabuelos y agradeciendo nuestras realidades.

El museo de la inmigración de Ellis Island me sorprendió positivamente, como atracción en sí y también por su capacidad para revivir sensaciones que tuve en el museo de Buenos Aires cuando era ¿preadolescente quizás?

Si van a New York (USA) con ganas de navegar, Ellis Island es una buena opción para reflexionar sobre la migración y gozar también de lindas vistas de la ciudad, la Estatua de la Libertad y otras bellezas neoyorquinas.

 

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15 Respuestas

  1. Camila dice:

    Me pasó algo similar… fui porque ya no sabía que más hacer en NY en mi tercer visita y me llevé una grata sorpresa! Es increíble como te hacen sentir las historias… no se si le falta prensa o si lo hacen a propósito para mantenerlo cuidado. Pero definitivamente vale mucho la pena

  2. Raul dice:

    Lo conocí en el año 1994 y oh sorpresa en el libro de «entradas», encontrè familiares mios que habìan entrado por ese lugar desde Europa. Muy emocionante…..

  3. Leandro dice:

    No pude ir al museo de la isla ellis, el último ferry fue a las 3 de la tarde y me garcaron, estuve esperando ahí y al final me llevaron de nuevo al puerto…

  4. Monica dice:

    Fue una hermosa experiencia, vimos en el libro de entrada familiares de mi pareja, y una emoción haber estado en el lugar que muchos llegaron sin nada a «hacer la Anerica». Regalos de la vida que se guardan en el alma y las retinas.

  5. Flavia C dice:

    Me sorprendió totalmente. Fuimos en familia con 3 hijos de 11, 14 y 17 y los 5 salimos felizmente sorprendidos. Fuimos en 2018 y cada uno tenía su set de auriculares para hacer la visita guiada en español o inglés. Tenía partes interactivas y se podía escuchar en cada sala relatos de inmigrantes respecto del tema de la sala (controles médicos, deportaciones, comidas, etc). Tuvimos que hacer el último tramo apurados porque se iba el último ferry pero nos hubiésemos quedado más tiempo con gusto, algo raro para decir de un museo recorrido con adolescentes. A mí me resultó movilizante. Hermosa experiencia

  6. Catalina dice:

    Justo hace 2 años estabamos en New York y teniamos el City Pass, una de las cosas que queriamos hacer era visitar la Estatua de la Libertad, no verla de lejos desde el ferry. Fuimos bien temprano para no hacer tanta cola, y no sabiamos del museo este, fuimos tambien y fue muy grata y enriquecedora experiencia.

  7. Nos pasó también de sorprendernos gratamente. En nuestro caso el ferry nos dejó primero en Liberty Island y luego en Ellis Island para después si regresar a Battery Park. Bajabas si querías. Suerte que lo hicimos!

  8. Claudia dice:

    Me encanto ese museo, no me acuerdo por que fui, pero recuerdo que no me quería ir… Me pareció muy emocionante y también me hizo pensar mucho en mis ancestros. Mis abuelos desde Grecia fueron a la Argentino y algunos de sus hermanos fueron a USA, tal vez ingresaron por allí

  9. Jonathan Ariel dice:

    Coincido totalmente con el post. Sentí lo mismo. Recuerdo que fuimos con mi hermano en 2014, tenemos un apellido poco común, proveniente de Polonia, y había tres personas con el mismo apellido que habían pasado por Ellis Island. Es un lugar en el que no importan tantos las fotos: las sensaciones son inexplicables. Nosotros nos quedamos unas dos horas, caminando, en invierno, y fue increíble. Lo recomiendo.

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