Desde Salvador de Bahia – Paseo por las islas de la Bahía de Todos los Santos

Un cálido mes de enero hicimos nuestro primer viaje a Salvador de Bahía, en el nordeste de Brasil .

Nos contactamos con la agencia de turismo receptivo CSS Tour y realizamos varias actividades con ellos. Una de ellas es la que relatamos en este post: un paseo en barco por las Islas de la Bahía de Todos los Santos visitando Ilha dos Frades e Itaparica.

Estábamos alojados en hotel Mercure Rio Vermelho de Salvador, nos pasaron a buscar a la hora convenida y nos llevaron hasta el puerto de embarque de los paseos turísticos que se encuentra detrás del Mercado Modelo en la cidade baixa (Mapa).

Embarque

El punto de salida es algo caótico a la vez que agradable, uno recibe un «cartoncito» que identifica la embarcación a la que va a abordar, espera en una nutrida acumulación de gente y escucha los gritos de los guías que van indicando, uno a uno, los nombres de los barcos.

Mirando hacia la ciudad se ve un lindo panorama, observen a la izquierda, de color «cremita», el emblemático Elevador Lacerda.

El barquito

El barquito es el típico escuna – goleta muy utilizado en las costas de Brasil para los paseos turísticos. Son abiertos, tienen una amplia zona techada y una parte al descubierto en la proa en la que suele haber colchonetas.

?Tip: a la vuelta podés ocupar la zona de la proa con las colchonetas, el sol es más ténue y te podés adormecer cómodamente en el viaje luego de un día entero de excursión.

Navegación por la Bahía de Todos los Santos

La Bahía de Todos los Santos es inmensa, es la más grande de Brasil y la segunda más grande del mundo. Pero además de ello contiene gran cantidad de islas de diversos tamaños e importancia. También alberga fortificaciones como el Forte de São Marcelo, ya en otro post les contamos que esta instalación militar tuvo un importante papel en la historia política de Bahía.

Vida a bordo – «Se vende o se alquila»

A bordo de la escuna se ofrecen diversos productos y servicios que se pueden adquirir. Por una parte, diferentes tipos de bebidas como caipirinhas, cervezas y jugos y también snacks. También está disponible el servicio de fotografía, de filmación y de alquiler de equipos para snorkel. Y remarcan permanentemente que se puede abonar con tarjeta de crédito o débito ?.

Al principio resulta medio molesto, uno quisiera simplemente relajarse en lugar de andar decidiendo si comprar esto o aquello, pero al cabo de un rato te terminás acostumbrando.

La alegría vive en Brasil

Si hay algo que caracteriza a nuestros hermanos brasileños es esa alegría siempre a flor de piel, bastan dos acordes de samba para desplegar una fiesta. Y más o menos así sucedió esta vez a bordo. Esta garota, por ejemplo, estaba feliz:

 

Primera parada – Ilha dos Frades (Isla de los padres)

Luego de un buen rato de navegación, arribamos a la Ilha dos Frades (Isla de los Padres) (Mapa).

Nos acercamos de a poquito a un amarradero y, desfilando por un puentecito, llegamos a una especie de terminal muy nueva y prolija con instalaciones para esperar y baños, atravesándola seguimos por otros puentecitos hasta llegar a la playa.

Allí había una barraca que servía comidas y bebidas. Como participantes de la excursión podíamos hacer uso de las sombrillas, las sillas, etc.

Nos ofrecieron una excursión opcional en la que se caminaba hacia una capilla pero sólo queríamos estar en el mar.

Esta isla tiene un pasado oscuro: cuenta la leyenda que unos padres jesuitas habían sobrevivido a un naufragio y llegado a las costas de la isla. Pero su suerte estaba echada, no sobrevivirían. Lo aborígenes, caníbales, tuvieron una inesperada cena europea.

También aquí hubo instalaciones que brindaron servicios al intenso comercio de esclavos que tuvo lugar en esta parte del mundo.

Nos indicaron que no almorzaríamos allí, sino en la próxima parada, pero no pudimos resistirnos ante un playero queijo na brasa.

La visita fue más bien breve, suficiente para cortar la larga navegación y refrescarnos. Estábamos listos para la próxima parada.

Segunda parada – Itaparica

Llegamos a la segunda y última parada de nuestro paseo, la isla de Itaparica (Mapa).

El barco llegó hasta un punto y desde allí nos vinieron a buscar en lanchas.

Esta isla ya tiene otro color, es mucho más grande y 55.000 personas viven allí. No obstante, nosotros paramos en una parte muy poco poblada, con un restaurante e instalaciones básicas de ocio en las inmediaciones.

Nos ofrecieron realizar una excursión cultural, que incluso prometía llevarnos hacia una «fuente de la juventud», pero las hamacas paraguayas y el agua cristalina fueron más fuertes. Nos quedamos por allí disfrutando de la tranquilidad.

El restaurante cobra un precio fijo de R$ 39 por persona e incluye una almuerzo tipo buffet con variada selección de platos de la gastronomía bahiana y brasileña en general.

Había varios tipos de pescado, las tradicionales moquecas, platos a base de pollo y diversos acompañamientos.

El ambiente era muy relajado, las mesas estaban dispuestas directamente sobre la arena y resguardadas del sol por unos quinchitos de paja.

Lo único molesto eran las moscas, aunque el restaurante intentaba mantenerlas a raya con platos en los que quemaba café y que estaban distribuidos en distintas partes de las instalaciones.

Los precios de las bebidas eran normales, como los del cualquier establecimiento básico de la ciudad.

También se incluía café y postre.

Luego, en las inmediaciones había grandes hamacas para relajarse bajo paradisíacas palmeras y bajada directa a una playa que parecía jamás hacerse profunda.

Invitaban a no estresarse, lo cual era muy fácil de lograr allí:

Se podía acceder directamente a la playa que tenía dos particularidades. La primera: por más que lo intentáramos nunca podíamos llegar a la parte profunda, caminamos unos centenares de metros y el agua nunca pasó la línea de nuestras cinturas.

La segunda característica de esta playa de Itaparica era la transparencia del agua, era el agua más cristalina que habíamos vista hasta ese momento en el Estado de Bahia.

De vuelta en Salvador

Luego de haber comido, nadado y tomado unas caipirinhas el regreso prometía ser un buen momento para la relajación. Dejarse mecer por el curso sereno de la embarcación y reposar felices sobre las colchonetas de proa resultó un buen plan.

La travesía nos fue regalando esas imágenes amarillo – naranjas que fabrica la puesta del sol.

Y llegar a Salvador desde el agua también nos regaló interesantes vistas de la ciudad.

Conclusión

Es una interesante manera de pasar un día entero estando en Salvador. Según sea el gusto de los excursionistas, se puede completar la experiencia de playas y relajación con visitas culturales.

La navegación puede llegar a hacerse medio larga, si eso sucede, una buena opción es prenderse a la pachanga que se arma a bordo 🙂

Links de interés:

• Agencia de turismo receptivo CSS Tour

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