¿Por qué no puedo tomar café como en Italia?

Ya sea porque disponemos del tiempo, porque nos predisponemos distinto o simplemente porque estamos expuestos a otras realidades, normalmente cuando viajamos descubrimos cosas nuevas o maneras diferentes de hacer las cosas y muchas veces esos descubrimientos están ligados a la gastronomía.

No es extraño regresar de un viaje a Brasil sintiéndonos expertos en preparación de caipirinhas, de un viaje a México con unas ideas muy buenas para la próxima «noche mexicana» con amigos en la que planeamos lucirnos con esa receta para preparar el mejor guacamole o sorprenderlos con unas «micheladas» y cosas por el estilo.

En mi caso uno de las experiencias gastronómicas que disfruté especialmente y que traté de «importar» y reproducir aquí en casa fue el café como se toma en Italia .

En mi primera visita al bel paese, allá por el 2011, tuve la ocasión de disfrutar distintas preparaciones en diversas ciudades: un expresso acodado en la barra de un café romano, un lungo macchiato sentado en un bar de Florencia, un cappuccino en un desayuno en la isla de Murano.

Recuerdo mi primer encuentro con un expresso italiano. «Flaco, ¿se te rompió la cafetera? ¿te quedaste sin agua?», pensé. Recibí una tacita chiquita llena sólo hasta la mitad con un café que aparentaba ser bastante intenso, como este que se ve en la imagen.

Pero claro, al probarlo la cosa cambió, empezando por el aroma que ya anunciaba un placer gustativo nunca antes experimentado. También la vista nos avisa que estamos por probar algo especial, se nos presenta el color, la textura, la viscosidad, el brillo, todo eso y más en esa diminuta cantidad que apenas cubría la mitad inferior de la pequeña tacita. Y llega el momento de tomarlo y las promesas del olfato y la vista se cumplen: acidez, cuerpo, dulzura, espesura invaden los sentidos que nos permiten apreciar estas maravillas de la gastronomía. Mamma mia! Desde ese momento me autodeclaré enamorado del café italiano.

En 2014 volví a la Bella Italia y tuve la fortuna de visitar una pequeña población de Cerdeña en la que, entre otras cosas, encontré la mejor pizza del mundo, pero sobre eso ya hablamos en otro post, ahora sigo con el tema del café.

Nos alojamos en una especie de Bed & Breakfast informal en donde contábamos con un departamentito privado, pero tomábamos el desayuno en la casa de los dueños, al lado. Era como estar en la cocina de la abuela y nos prepararon el café matinal ¡Qué delicia! No tenía nada que envidiarle a los que habíamos probado en los bares de las principales ciudades de Italia y, como nos habíamos hecho buenas amigos con nuestros anfitriones, les pedimos que nos enseñen todos los secretos para preparar un café como ese.

Graciela, nuestra amable anfitriona, no dudó en compartir generosa y didácticamente todos los detalles, estaba utilizando café Lavazza y una sencilla pero eficiente cafetera marca Bialetti, similar a las Volturno que se consiguen por aquí. Listo, me compré un par de paquetes de ese café y emprendí el viaje de vuelta.

Al llegar a Argentina compré una cafetera Volturno muy similar a la Bialetti en la que Graciela preparaba el café perfecto, lamentablemente los paquetes con el café italiano quedaron en Roma por un «inconveniente con la valija» que les contamos ya en este otro post, pero fui decidido a Cabrales y pedí un par de variedades de café molidos de la manera justa para usar con esa cafetera.

Comenzamos las pruebas, me salió clarito; seguimos las pruebas, me salió quemado, perseveramos y logramos que nos salga rico, pero todavía no era ni una sombra de aquél ideal café italiano.

Culpé a la molienda, compré un molinillo de café y comencé a comprar café en granos, distintas variedades, inventé mis propios blends, iba mejorando, salían ricos, pero todavía no podía lograr «ese» café.

La búsqueda continuó, compré una cafetera Nespresso, probé diferentes cápsulas, muy rico también, pero no llegaba a ser ese expresso del barcito romano.

En estas alturas la sección del café en mi casa seguía acumulando integrantes, miren:

La solución: Puedo decir que ahora tomo buen café en casa, pero no paraba de añorar el café italiano así que sólo se me ocurrió una solución que tuve que poner en práctica en julio/2016: volver a Italia y disfrutar allí los expresso, lungo macchiato, cappuccino, etc. acompañados con crostatine. ¡Ahora sí la vida es bella! 🙂

Eso sí, si piensan frecuentar los bares romanos fíjense bien la lista de precios, es habitual encontrar abismales diferencias en los precios si uno opta por utilizar la barra o sentarse en las mesas del bar. Miren el ejemplo en esta imagen:

¿Ustedes tiene alguna «locura» por algo que probaron estando de viaje? Cuenten…

Actualización 01/11/2016: ¡No nos rendimos y seguimos intentando! Como el CyberMonday 2016 del rubro viajes venía más bien flojo chusmeamos otros rubros y encontramos esta cafetera Saeco Poemia HD8325/42 en Garbarino por AR$ $2.989 ?

Por si querés ir a tomar café a Italia (y ya que estás recorrerla un poco):

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