Comer con la mano

Estábamos de paseo por la bellísima localidad catalana de Tossa de Mar, disfrutando del tibio sol primaveral en la playa y, de repente, se hizo la hora de pensar en el almuerzo.

Una persona del grupo realizó una rápida investigación y concluyó en que deberíamos ir a un restaurante de pescados y mariscos que estaba a pocos minutos a pie. Le hicimos caso, dejamos la playa y emprendimos el camino hacia el establecimiento gastronómico.

Los mejillones

Al llegar vimos a una señora sentada en una mesita exterior saboreando unos mejillones. Podríamos decir que estaba extasiada, sonriente; tomaba un mejillón con la mano, se lo llevaba a la boca, separaba las conchillas, sorbía la parte interior, entrecerraba los ojos (para más placer) y repetía la operación.

Nos encontramos con la carta y vimos los mejillones entre las opciones de entrada, obviamente los pedimos 🙂

Lo primero que nos trajeron fue una toallita para que pudiéramos limpiarnos las manos al concluir con la degustación de estos moluscos.

Y llegaron los mejillones en una cazuela, en abundante cantidad, sobre un caldo que era una auténtica maravilla y parecía resumir las artes culinarias del mar.

Segundos después, metimos manos a la obra, literalmente. Tomábamos el mejillón, separábamos un poco las conchillas, comíamos el interior y sorbíamos lo que había quedado de caldo en la parte cóncava de la conchilla. Así una vez, y otra, y otra…

La vinculación con la comida de esta manera, con las manos, parece ser otra, más básica. Nos hace conectarnos con lo que ingerimos más directamente. No hay cubiertos y tenemos una «licencia» en la etiqueta de los restaurantes, ya que estas cosas se comen así. No nos importa que nos observen, nuestra atención está centrada, al igual que nuestras manos, en la comida.

El caldo era casi un plato aparte. Al terminar los mejillones, quedó ese elixir que degustamos de diversas maneras: usando las conchillas más grandes como cuchara, sopando cuadraditos de pan tostado que habían venido en otro plato, mojando el pancito…

Las exclamaciones y los gestos de aprobación a medida que íbamos probando los mejillones, primero, y el caldo, después, eran espontáneas y simplemente incontenibles.

Hay veces que hay que comer con las manos, no queda alternativa.


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22 Respuestas

  1. Gustavo dice:

    No me gusta ensuciarme las manos, hasta aprendí a pelar los camarones con cuchillo y tenedor a 1 velocidad admirable!
    Jajajaja.

    • jlcota dice:

      Te entiendo, me pasa con las cosa pegajosas

    • Ireny dice:

      Soy igual, pensé que era la única que pelaba los langostinos con cuchillo y tenedor, sobre todo si vienen con alguna salsa, por ahí si están hervidos solamente no me molesta tanto pero igual no me gusta mucho jaja

  2. pato dice:

    Amigos como estan?
    En agosto tengo pensado ir unos dias a la costa brava, queria saber si me recomiendan algunas playas y algun punto que tenga que conocer.
    Desde ya muchas gracias como siempre
    saludos

  3. Ireny dice:

    Que ganas de probar esos mejillones, aunque me llevaría en la cartera un par de cubiertos 🙂

  4. Daniel dice:

    Y cuál era el nombre del restaurante y precios 🙂

  5. FLP dice:

    La única vez que comí con la mano fue en Medieval Times.

  6. Guillermo dice:

    Con la mano pizza y empanadas. Pescados y frutos nunca con la mano.

  7. Mariano dice:

    Hola Chicos! Excelente post como todos!
    Aprovecho para consultarles algo, aparte de booking que suelen utilizar para buscar alojamientos?
    Tengo que reservar mas de 10 durante 3 meses y me estoy volviendo loco.
    Suelo usar booking y airbnb (que rara vez me resulta conveniente). Algo mas? Expedia app?
    Saludos!!

  8. Sergio dice:

    Hace años en EEUU me trajeron costillitas con salsa BBQ y unas toallitas húmedas. La estadounidense que me acompañaba me dijo que se comen con la mano, por eso traen las toallitas. Un enchastre!!!!

  9. Vero dice:

    ¡Qué divino Tossa! Estuve el año pasado 🙂

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