Todavía quedan historias inspiradoras, como esta que encontramos en las montañas salteñas

En nuestro primer día en Salta, hicimos un trekking por la Cuesta de Obispo y, camino hacia el punto de partida, nos detuvimos en un mirador desde el que se podía contemplar la inmensidad del paisaje, la altura, las montañas, las nubes y los valles eran los protagonistas.

Al igual que nosotros, paraban allí turistas que iban rumbo a las diversas excursiones que se pueden realizar en la provincia. Si bien estaba yo maravillado con el entorno, mirando y apreciando con todos los sentidos ese lugar tan especial, no pude evitar escuchar la conversación entre una chica de Buenos Aires y el guía de su grupo de excursión:

– ¡Qué buen lugar para hacer parapente este! ¿Practican acá?

– Sí, no mucho, pero hay algunos que practican. Pero hay que tener cuidado, los vientos son bravos, aquí había un curita volador que se tiraba en parapente, pero tuvo un accidente y quedó cuadripléjico.

La verdad es que el breve diálogo me impresionó un poco, la figura de un «curita volador» me resultó extraordinaria y saber que había tenido un accidente con consecuencias tan terribles me dejó algo impactado. La chica, el guía y todo su grupo subieron a la van y se fueron, me hubiera gustado escuchar más sobre esa historia…

Nosotros también continuamos y nos metimos de lleno en el trekking. Por las características de la actividad, pudimos charlar mucho con Nacho, nuestro guía, y entre tantas cosas ¿a que no se imaginan quién apareció? Claro que se imaginan y acertaron: el «curita volador». Resulta que Nacho también es piloto de parapente y compartió la actividad varias veces con el «padre Chifri» (así le decían). Nos contaba sobre él, desde una perspectiva muy humana, cosas como que después del accidente había quedado completamente inmóvil y que luego, con mucha constancia y voluntad, había logrado recuperar la movilidad de la parte superior del cuerpo.

También nos contó que este singular curita había sido designado para desempeñarse en la catedral de Salta, pero que había solicitado su trasladado a África, donde había gente con grandes necesidades. Finalmente el actual Papa, por entonces Cardenal Bergoglio, lo asignó a una zona de las montañas salteñas en las que también había mucho por hacer. En este punto, nuestro narrador se detuvo y nos dijo que no nos contaría nada más para que pudiéramos verlo nosotros mismos al día siguiente, él sabía que visitaríamos el pueblo de Alfarcito, el ejemplo viviente de su obra.

Seguimos adelante con el trekking y vinieron otros temas de conversación, pero la figura de este «curita» se iba tornando interesante, no sólo porque volara en parapente ni por haber sufrido un accidente, sino porque había toda una obra en torno a él, ya teníamos curiosidad por saber más y por conocerlo.

Al día siguiente «hicimos», como se suele decir, el Tren a las Nubes; ya les contaremos en detalle, por ahora basta saber que partimos en bus desde la ciudad de Salta y realizamos un par de paradas antes de llegar al pueblo San Antonio de los Cobres, desde donde parte el tren. Una de esas paradas fue el pueblo de Alfarcito.

Ni bien llegamos nos estaban esperando en la plaza con el desayuno que proveían para los pasajeros del Tren a las Nubes: infusiones calientes a elección y unas delicias elaboradas por una cooperativa local y entregadas en una bolsita muy bien presentada. ¡No saben lo rico que estaba! Me gustó especialmente la empanadita de dulce de cayote ?

Este pueblo – parador turístico ofrecía también baterías de baños, una confitería y la posibilidad de recorrerlo y conocer sus edificios e instituciones: la capilla, el colegio secundario, un museo con su reciente pero interesante historia, una casita hecha con botellas de plástico, corrales con llamas.

Decidimos comenzar por la capilla que es el edificio que domina la escena en el paisaje del pueblo, quizás teníamos suerte y podíamos encontrar al Padre Chifri.

Grande fue nuestra sorpresa al encontrarnos dentro de la capilla la tumba de Sigfrido M. Moroder, sí, el «curita volador». ¡No sabíamos que había fallecido!

Se acercó una chica del pueblo de unos 14 años y nos preguntó a quienes estábamos en la capilla si queríamos conocer la historia del Padre Chifri. Todos asentimos. Empezó relatando acerca de su llegada a la Quebrada del Toro y el trabajo que comenzó a realizar allí con la comunidad, él visitaba a todos los pobladores de la región caminando o bien a lomo de burro y más tarde acortaba distancias en parapente. Nos contó sobre el accidente, la recuperación y cómo los pobladores le regalaron un cuatriciclo que al poco tiempo el padre usaba para seguir visitando a las familias de la región; también nos mostró la adaptación que habían realizado en la capilla para que pudiera desplazarse con el vehículo dentro de ella.

Luego nos contó que él los había ayudado a organizarse, a trabajar en conjunto y que había logrado la construcción y puesta en funcionamiento de un colegio secundario con orientación en turismo que apunta a que los alumnos de estas poblaciones puedan potenciar sus habilidades con miras a desarrollar emprendimientos en sus propios cerros originarios.

Transcribimos algunos fragmentos de la placa que relata detalles de su fundación:

Su construcción se inició en agosto de 2008 …. se inauguró el 5 de diciembre de 2009…. Comenzó a funcionar en marzo de 2010. Se construyó con adobes elaborados por los habitantes de la zona

Esta joven, que había compartido su infancia con el curita, nos relataba cómo los animaba y los acompañaba, recordaba con cariño las canciones acompañadas por la guitarra, las funciones de títeres, incluso cuando ya el padre no podía caminar, relataba que siempre los inspiraba con empuje y con una sonrisa permanente.

Terminó su relato con los hechos en torno al fallecimiento del padre, explicando lo que sigue significando su figura para la gente de El Alfarcito y como año a año lo recuerdan y conmemoran. En realidad, ellos sienten que está allí, acompañándolos y animándolos.

Como se imaginarán, las 12 o 15 personas que escuchamos la historia terminamos conmovidos, más de una lágrima rodó por las mejillas de la improvisada audiencia.

Ver el pueblo es ver la obra viva que este particular religioso inició, gente alegre, trabajando, prestando servicios a algo tan grande como el Tren a las Nubes, aprovechando la energía solar, conservando sus edificios e instalaciones con pulcritud y, sobre todo, portando el orgullo de ser gente de esos cerros desarrollando su cultura en su propio entorno.

Veamos algunas imágenes más.

Aquí una batería de baños públicos, vean en el fondo los paneles solares:

Aquí se aprecia un cartel con la señalización de los atractivos del pueblo, sobre la izquierda se ve el edificio del colegio secundario y, un poco hacia la derecha, otros de los paneles solares:

Muchachos del pueblo llevando una figura religiosa y posando gentilmente para el blog. ¡Gracias chicos!

El museo de Alfarcito:

Un detalle dentro del museo. Se observan los títeres que utilizaba el Padre Chifri y una foto en la que se lo ve en silla de ruedas, animado con un grupo de jóvenes:

Conclusiones:

Como les contamos al inicio, la figura de este curita se nos fue apareciendo de a poco, nos sorprendimos al enterarnos de su fallecimiento, pero mucho más nos sorprendimos al ver el resultado de su obra. Parece haber sido el disparador de cambios muy favorables para los pobladores de estos cerros. Hoy encontramos a la gente de El Alfarcito organizada, feliz, con proyectos, con opciones y con varias iniciativas en marcha que parecen asegurar un promisorio desarrollo.

Es una historia reciente que nos resultó muy inspiradora, nos recordó que siempre podemos cambiar la realidad para mejor y que podemos colaborar en hacer la diferencia.

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26 Respuestas

  1. anon123 dice:

    Muy linda historia. A pesar del hecho de que no comparto muchas de las cosas que hacen las personas religiosas, felicito a este señor por todo lo que hizo por esta comunidad. Parece que fue un gran ser humano y un ejemplo para muchos. Gracias por compartir!

    • jlcota dice:

      Vos sabés que uno de los puntos que más nos llamó la atención era justamente que quienes lo conocieron mencionaban que parecía una «persona normal», que ni se acordaban que era un religioso al tratar con él. Destacaban más bien su espíritu emprendedor y su voluntad de hacer y de ayudar.

      Saludos

  2. Guillermo dice:

    Hermosa experiencia Jorge, y muy lindo relato. Se sabe de que murio el padre, porque se lo ve joven en las fotos?.

  3. Alvarojt dice:

    Que linda nota. Gracias!

  4. adrián dice:

    Hermosa historia. Gracia por compartirla con nosotros!

  5. Marko Krelic dice:

    Gracias por compartir esta historia, se me piantó un lagrimón.

    Saludos!

  6. Viviana dice:

    No pude evitar que se me caiga akguna lágrima. Hermosa historia! Hay muchs gente como él de la que no sabemos nada….
    Gracias por compartirlo!

    • jlcota dice:

      Será cuestión de viajar más, meterse en estas historias e ir descubriéndolas.

      Gracias Viviana 🙂

  7. Marcelo T dice:

    El padre es una eminencia acá en salta y su obra no paso desapercibids. Gracias por compartir

  8. Alberto dice:

    Muy linda historia y muy gratificante! Gracias por compartirla!

  9. Alejandro dice:

    En el interior hay muchas de esas historias realmente. La del padre Chiffri es una gran historia y mayor obra. Por otra parte, isnsisto que no puedo acreditar como dirian en Brasil, que yo estana a 15 mil kilometros cuando decidieron venir. Para la proxima no se van sin verme, les advierto. Prometo empanadas y vino, y quizas algun dulce. En serio te gustaron las empanadillas de cayote? Son casi un dulce regional en extincion porque a nadie menor de 70 le gustan… En fin, gran nota y para cuando regresen, los espero con gastronomia en casa. Abrazo grande George

    • jlcota dice:

      Salta nos dejó varias cosas Alejandro y una de ellas fue esta hostoria, que más que historia es una realidad viviente, ver ese pueblo organizado, alegre con proyectos es realmente una alegría y un ejemplo.

      Prometida la visita, la gastronomía salteña nos resultó excelente, ya escribiremos sobre ello. Y sí, me encantaron las empanadas de cayote y hasta en los restaurantes pedía cayote de postre 🙂

      Saludos

    • Tere dice:

      Hola Alejandro, decir eso,sobre la edad, de los amantes de las empanaditas de cayote es muy discriminador, jajaja, desde chiquita cuando cada verano visitábamos a mi nonna en San Lorenzo,adoré el cayote y todas sus variadas combinaciones y no tengo 70!! Se me hizo agua la boca…

  10. Borja dice:

    Conmueve la historia, el relato, la vida de tantas personas en lugares que nos resultan distantes pero que se nos hacen tan cercanos y tan nuestros y tan entrañables cuando los visitamos… Las historias de vida de estas personas tienen más impacto en nosotros cuando estamos de viaje y decidimos apropiarnos un poco de ellas. El tiempo se encarga después de devolvernos a nuestras propias realidades y rutinas pero bastará que un amigo te convide una empanadita de dulce de cayote para que el curita volador y toda su gente te visite, de nuevo, en tus recuerdos. Muy disfrutable momento el que nos contaste. A por más.

    • jlcota dice:

      Es tal como lo mencionás Borja, creo que el desafío es que estas historias puedan inspirarnos y que podamos nosotros también, de acuerdo a nuestras posibilidades, hacer algo por los demás.

      Saludos

  11. Carlos Figueroa dice:

    Hola, les comento que la Fundación Alfarcito tiene una pagina web que es http://www.fundacionalfarcito.org.ar y tiene un facebook que es Fundación Alfarcito. Me gustaría contactarme con la persona que escribió este excelente artículo mi mail es [email protected]

    • jlcota dice:

      Hola, Carlos,

      Sí, incluimos el link a la web de la Fundación debajo del artículo.

      Gracias por tu contacto, te estaré escribiendo a la dirección que nos informaste.

      Saludos

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