Navegando en goleta por el Mediterráneo Turco

Desde la isla griega de Rodas, abandonamos Europa a bordo de un ferry que nos conduciría al sur de Turquía, nuestro destino era la ciudad mediterránea de Fethiye en la Provincia de Muğla. Allí transcurriríamos unos días descubriendo estas costas asiáticas del mediterráneo. Decimos bien «descubriendo», ya que no es un destino tan frecuentado por los viajeros del cono sur, había mucho por conocer y no teníamos tanta información como sucede cuando uno visita lugares más clásicos.

Como solemos hacer cuando visitamos un destino, intentamos descubrir cuales eran los prestadores turísticos más destacados y así dimos con la agencia Diana Travel, representante del famoso Thomas Cook Group en Turquía.

Coordinamos realizar con ellos algunas actividades y la primera de ellas fue un Gulet Cruise, un día de navegación por el Golfo de Fethiye en una de las típicas y elegantes goletas turcas. ¡El plan sonaba muy bien desde el inicio!

Veamos dónde queda geográficamente Fethiye:

Nos alojamos en el hermoso Yacht Boutique Hotel, cuando pasaron a buscarnos de Diana Travel para conducirnos a la excursión simplemente nos acompañaron un par de cuadras caminando bajo el amable sol matinal, pues la navegación partía del amplio embarcadero cercano al mismo.

Entre la multitud de goletas amarradas en el embarcadero nos condujeron al Herodot2, una hermosa goleta de madera con capacidad para 65 personas que contaba con un espacio cubierto con mesas y cómodos bancos, una cubierta sin techo en la proa (en la que podríamos desplegar colchonetas) y un piso superior descubierto también con colchonetas para relajarse bajo el sol.

Zarpamos

Al poco tiempo de haber llegado a la goleta, se completó la tripulación y zarpamos. Comenzamos a surcar suavemente las aguas del mediterráneo Golfo de Fethiye, sobre las costas íbamos apreciando las pequeñas bahías en las que se veían las instalaciones de algunos hoteles y establecimientos de playa.

Navegando

¡Qué sensación más agradable! Íbamos adentrándonos en el mar, disfrutando del sol y de las variadas bebidas de cortesía incluidas en la excursión: alguna copa de Şarap (así se dice vino en turco), una cervecita, un jugo y, para completar la oferta, también ofrecían varios tipos de helados.

La excursión cuenta con un fotógrafo que va registrando los mejores momentos y al final te presenta una compilación en una notebook, si uno desea adquirir el CD con las fotos esto se abona por separado. Este ofrecimiento es manejado con buen tino y no resulta molesto ni invasivo.

Las paradas

Al poco tiempo tuvimos nuestra primera parada, allí estaban ya otras goletas «estacionadas».

Sin dudarlo mucho nos fuimos todos para el agua, algunos saltando acrobáticamente desde la cubierta, otros dando contundentes panzazos y otros bajando suavemente por las escaleras en la parte trasera.

El grupo de excursionistas era bastante heterogéneo en cuanto a las edades, había principalmente familias con niños y adolescentes y hasta un par de abuelos. En cuanto a las nacionalidades, preponderaban los británicos, luego había una familia turca y nosotros.

Quienes así lo deseaban podían hacer uso de flotadores, chalecos salvavidas y también de máscaras y tubos de snorkel.

Las paradas para disfrutar del agua eran bien generosas y flexibles, parecían ir adecuándose relajadamente a los deseos del grupo.

Luego volvíamos al barco, nos refrescábamos con las bebidas de cortesía, seguíamos disfrutando de otro tramo de navegación, sol, música y charlas hasta la próxima parada.

¡Un punto aparte es el agua de estas latitudes! No podemos dejar de mencionar su absoluta transparencia, un agua cristalina que remite a una pureza pocas veces vista y esos colores azules en mar abierto y verdes en aguas poco profundas que regalaban un verdadero espectáculo para los sentidos. Otro tema era su temperatura, parece que la naturaleza eligió regular aquí el termostato para lograr la temperatura perfecta. Resultaba refrescante a la vez que no era fría como las aguas del Mar Egeo, uno se metía sin siquiera dudarlo y permanecía allí disfrutando largo rato.

En cuanto a las actividades en el agua, además de flotar, nadar y snorquelear, paramos en un lugar llamado por ellos «Tarzan» en donde se accedía a una piedra natural elevada sobre la que había una gran rama de un árbol de la cual pendía una soga. A esta altura supongo que ya habrán atado cabos, Tarzán+Piedra Elevada+Soga = Te tirabas desde allí al agua, era opcional hacerlo gritando «ahhhhooohaaaooo» 🙂

El almuerzo

El aire de mar, subirse y bajarse del barco, nadar y jugar a ser Tarzán son cosas que te despiertan el apetito. En una de las paradas, mientras disfrutábamos del agua, la tripulación cocinaba piezas de pollo y pescados a la parrilla.

Al regresar del agua nos esperaban con un buffet de acompañamientos incluyendo arroz, ensalada, fideos, papas condimentadas, croquetas, etc.

Luego nos acercábamos a que nos sirvieran el pollo o pescado y armábamos nuestro plato.

Algo para destacar es que, a diferencia de otras excursiones de este tipo que hemos realizado, comíamos sentados en una mesa con cubiertos y vajilla de buena calidad. Y, lo esencial, ¡la comida estaba riquísima!

Emprendiendo el regreso

Luego del generoso almuerzo, nos relajamos en la cubierta mientras continuábamos la navegación. Al poco rato tuvimos una parada más en una pequeña bahía en la que suelen verse tortugas marinas.

Ya se imaginarán cómo saltábamos desde este puente directo al agua 🙂

Si bien no vimos ninguna tortuga ese día, disfrutamos mucho del tiempo y las actividades en el agua, algunos fuimos hasta la playa a pesar de las incómodas piedritas del fondo tan presentes un muchas playas del mediterráneo.

Una vez más volvimos a la goleta, serenamente felices íbamos viendo aparecer la ciudad de Fethiye.

Conclusiones

Sentimos que los excursionistas éramos sin duda el centro de esta excursión, lejos de apegarse a protocolos u horarios la tripulación hizo todo de manera de adaptarse a las necesidades y deseos del grupo.

La hospitalidad turca estuvo presente en cada uno de los gestos y acciones tanto de la agencia con su atención impecable y cordial, como de la tripulación con sus múltiples cuidados y atenciones. Además, se los ve a ellos disfrutar de lo que hacen.

Concluimos en recomendar ampliamente tanto este maravilloso destino turco de Fethiye como la profesional y a su vez cordial y amigable agencia Diana Travel.

Una anécdota ilustrativa

Cuando estaban rumbo a amarrar la goleta en una de las paradas, el padre de la única familia turca miraba embelesado el fondo marino a través de las transparentes aguas verdosas cuando de repente sus flamantes lentes de sol Rayban se caen al agua. Estaríamos a unos 15 metros de profundidad y la transparencia antes mencionada permitía ir viendo el derrotero de los lentes hacia el fondo mismo del lecho marino. Este señor los miraba entre lamentándose y culpándose a sí mismo por la falta de cuidado.

Todos nos fuimos al agua, algunos comentábamos solidarios lo lamentable de la pérdida, cuando de repente vemos emerger del agua al capitán con una máscara de snorkel, los lentes en una mano y luciendo una sincera sonrisa.

Nadie se lo pidió, nadie se imaginó que pudiera llegar hasta allí sin equipo de buceo, pero allí estaba, feliz, habiendo recuperado los lentes de este muchacho 🙂