Unos días en Ortigia, Siracusa, Sicilia, Italia, la tierra de Arquímedes (Parte 1)

Este verano europeo recorrí un poco de Sicilia, la región más grande de Italia; llegué a Palermo, la ciudad capital, por vía aérea, luego agarré un autito que habíamos alquilado y comencé a manejar, me equivoqué en una parte de la ruta y ya que estaba me fui a conocer Cefalú, almorcé allí.

Varios detalles sobre esto se los había contado ya en este otro post: Llegar a Sicilia (Italia), agarrar el auto, equivocar el camino, comer en Cefalú.

No les voy a volver a relatar lo que me sucedió a continuación, cuando retomé la ruta después de almorzar, casi que me da un poco de vergüenza y, además, ya se las conté en este otro post: Estás en otro país, vas flojito de papeles en un auto alquilado y te para la policía (muy mal hecho).

Manejando desde Cefalú hacia Ortigia

Siguiendo las indicaciones de Waze (estaba enojado con Google Maps) fui bajando por las rutas sicilianas hasta Siracusa, en la parte sudoriental de la isla, más precisamente íbamos a Ortigia, una isla que fue la antiquísima sede original de la ciudad.

Justo estaban haciendo reparaciones en muchos tramos de estas rutas, así que tardamos un poco más de lo que pensamos originalmente; no obstante, circulamos muy bien, con mucha tranquilidad y no pagamos un solo peaje en el recorrido desde Cefalú a Ortigia.

Habíamos reservado un apartamento – casita a través de Airbnb cerca de la importante catedral, el Duomo de Siracusa; estábamos en comunicación con la dueña del departamento, muy amable, nos iba esperando mientras nos demorábamos en la ruta. Tardamos tres horas en llegar.

Llegando a Ortigia

Finalmente llegamos, ya casi de noche. Ortigia es una isla en la que hay poco lugar para circular con el auto, nuestro departamento estaba en una zona peatonal, histórica, así que lo dejé estacionado, encontré un parquímetro, le puse un eurito, mi esposa quedó en el auto con las valijas y yo caminé hacia el departamento.

Me encontré con la anfitriona, una tana divina que amaba la Argentina, y luego de mostrarme el departamento y darme las llaves me llevó con su auto (ella podía circular por allí por ser residente) hasta donde había dejado el mío. Me indicó dónde estaba el estacionamiento Talete, en donde podía dejar el auto por larga estadía a buen precio, lo dejé allí y me fui caminando con las valijas hasta el departamento. Mientras caminaba iba apreciando lo linda que era Ortigia de noche.

Yendo a cenar en Ortigia

Para cuando terminamos de acomodarnos en nuestra casita – departamento, eran las 11 de la noche, estábamos entre irnos a dormir y salir a comer, venciendo la pereza elegimos lo segundo.

Resultó muy fácil, en la misma manzana, a la vuelta, encontramos el Ristorante Oinos, les preguntamos si estaba la cocina abierta y nos confirmaron que sí, comimos muy muy bien. Yo elegí unos raviolones con langostinos con una salsa muy rica y trocitos de pistacchio, tomé un postre muy fresco que era una especie de mousse de cítricos, todo muy bien presentado. La cuenta fue de €47, éramos dos personas, tomamos un vino y un postre. No era de las opciones más económicas, pero estaba a 150 metros, estaba abierto, la calidad resultó muy buena.

Claro que hay otro tipo de opciones, como las pizzerías que venden comida por porciones para llevar o consumir en mesitas en la calle:

Dice pizzería, pero lo que va a comprar allí la gente son los clásicos arancini o arancine, según sea la ciudad siciliana en la que se encuentren las llamarán de una u otra manera. Son unas croquetas de pasta de arroz con diferentes rellenos: carne, frutos de mar, berenjenas y salsa de tomate y varias opciones más.

Paseando por Ortigia en una noche de verano

Luego de cenar el clima estaba ideal, ni me acuerdo la temperatura, pero era como para andar en ojotas y bermudas, entre las añejas callejuelas vimos varios bares con música no muy fuerte, mesitas y montones de gente, tanto locales como visitantes.

Caminamos un poco más y encontramos que se estaba desarrollando al aire libre el Ortigia Film Festival, vi parte de una película que agarré empezada. En otro escenario me enganché viendo charlar y tocar en vivo a los creadores de las canciones de otra peli, justo yo amo el cine arte, estaba contento como perro con dos colas.

Ortigia estaba hermosa, por ejemplo sus espacios monumentales, como la Piazza del Duomo:

Pero también en las simples calle, como estas vallas con macetas con flores:

La ropa colgada en los balcones de las casas del centro histórico:

O los pequeños automóviles que parecen ser los únicos adecuados para circular por sus antiquísimas calles:

Pasamos por una inmobiliaria y curioseamos cuánto cuesta una propiedad en Ortigia, no me digan que no es linda la idea de tener una casita en el sur de Italia 😉

Y tanto pasear y caminar hace inevitable el encuentro con uno de los clásicos de la gastronomía siciliana, los cannoli:

También es difícil no tentarse con la idea de sentarse en uno de los amables barcitos tradicionales y probar un licor amaro siciliano:

Bueno, esto se está haciendo largo, le agrego «Parte 1» al título del post y seguimos en otra entrega contándoles sobre la tierra de Arquímedes.

Actualización: Unos días en Ortigia, Siracusa, Sicilia, Italia, la tierra de Arquímedes (Parte 2)

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